Bonita y fabulosa
Aunque no me guste del todo aceptarlo, hasta el día de ayer estaba viviendo una angustia terrible. Parecía que hace un par de meses estaba por confirmarse un diagnóstico que ya bien me lo conozco y que significaría -de nuevo- el principio del fin para mí. Como ya hace algunos años, más de diez, sólo por lanzar una cifra orientadora, tuve que agarrarme la valentía de quién-sabe-dónde y mantenerme de pie con ésto. Y como si la protuberancia en el culo no fuera ya suficiente me volvía a someter a las tecnologías médicas de imagenología, sangre encapsulada en tubos al vacío y recolección de orina por 24 horas. Un capítulo que regresaba a mí como un trailer de película que insiste en contar desde la primera escena el predecible final. Todo bajo la premisa: posible rechazo de injerto renal . Para quien se pregunta a qué me refiero, en la imagen se puede ver el riñón que me vuelve un cyborg y que me hace lucir esa larga cicatriz en el abdomen. Pero a diferencia de hace una década, est...